Las alteraciones de la marcha y los problemas en las piernas son un motivo de consulta frecuente en pediatría y ortopedia infantil. Estas alteraciones en la forma de caminar pueden deberse a variaciones normales del desarrollo, así como a condiciones ortopédicas o neurológicas subyacentes.
La mayoría de estos casos son benignos y se resuelven de forma espontánea, pero es fundamental identificar aquellos que requieren tratamiento.
¿Cuáles son las causas de alteración de la marcha más comunes?
- Alteraciones angulares de las piernas como el genu varo (piernas arqueadas) o el genu valgo (rodillas en X).
- Discrepancia de longitud de piernas de causa desconocida (idiopática), asociada a malformaciones congénitas, secuelas de fracturas, lesiones óseas, infecciones previas o enfermedades neuromusculares.
- Alteraciones rotacionales como la marcha en intratorsión (pies hacia dentro) por anteversión femoral aumentada, torsión tibial interna o metatarso aducto, o la marcha en extratorsión (pies hacia fuera) por retroversión femoral, torsion tibial externa o alteraciones neuromusculares.
- Cojera o claudicación por causas agudas como las infecciones articulares (artritis séptica), óseas (osteomielitis), sinovitis transitoria de cadera, fracturas o traumatismos, o por causas crónicas como la enfermedad de Perthes, la displasia del desarrollo de la cadera, la epifisiolisis de la cabeza femoral o enfermedades neuromusculares.
- Otras causas son los pies planos, la hipotonía muscular, trastornos neurológicos o contracturas articulares.

¿Cómo se diagnostican?
Una evaluación clínica exhaustiva es clave para diferenciar entre variantes normales del desarrollo y patologías que requieren tratamiento. La valoración incluye:
- Historia clínica completa: Incluye antecedentes familiares, evolución de la marcha, presencia de dolor, fatiga, caídas frecuentes o limitación funcional.
- Exploración física minuciosa: Observación de la marcha, alineación y rotación de los miembros inferiores, evaluación de la fuerza muscular, movilidad articular y signos de laxitud ligamentosa.
- Pruebas complementarias: Radiografías, resonancia magnética o estudios de marcha pueden ser necesarios según la sospecha clínica.
¿Cómo se tratan?
El tratamiento debe ser individualizado y dirigido a la causa subyacente. Las opciones incluyen:
- Observación y seguimiento: En casos de variantes del desarrollo que tienden a corregirse espontáneamente.
- Fisioterapia: Para mejorar la fuerza muscular, el control postural y la coordinación.
- Plantillas u ortesis: Para mejorar la alineación o la función en casos específicos.
- Cirugía: en casos seleccionados.
¿Por qué es importante una evaluación especializada?
La evaluación temprana y adecuada de las alteraciones de la marcha permite identificar condiciones que requieren tratamiento y evitar complicaciones a largo plazo. La colaboración entre pediatras, cirujanos ortopédicos y fisioterapeutas es esencial para un manejo integral y efectivo.