¿Qué es el deterioro cognitivo?
El deterioro cognitivo se define como la pérdida de las funciones cognitivas, ya sea debido al proceso fisiológico del envejecimiento o debido a otros factores.
Las funciones cognitivas más conocidas son la memoria a corto, medio o largo plazo, el lenguaje (comprensión, elaboración, vocabulario), las habilidades manuales (praxias), las funciones cerebrales de resolución de problemas o ejecución de acciones y los rasgos de la personalidad.
El deterioro cognitivo leve se define como la pérdida de funciones cognitivas en grado leve y que en general, no afecta a la realización de las tareas habituales del día a día. Por su parte, la demencia se caracteriza por la alteración progresiva de la función cognitiva que incapacita a la persona la realización de las actividades de la vida diaria.
Según el grado de dificultad para realizar las actividades de la vida diaria que presente el paciente, se catalogará como deterioro cognitivo leve si no padece ninguna afectación, o bien, si ya existe incapacitación para las actividades de la vida diaria, se clasificará como demencia leve, moderada o grave.
Demencia
Se define demencia como el deterioro adquirido de la memoria asociado, al menos, al de otra de las funciones cognitivas y que afecta a la vida diaria de las personas que la padecen. Hay demencias reversibles, porque son secundarias a una causa tratable y no reversibles.
Demencia leve
Se comienza a afectar la situación funcional del paciente y resentirse de forma leve las actividades de la vida diaria. El paciente suele presentar cierto grado de desorientación en el tiempo y en el espacio, olvida nombres de personas muy conocidas, se evidencian problemas con la memoria reciente y puede presentar algunos cambios en su conducta (irritabilidad, mal humor, etcétera).
Demencia moderada
Los síntomas cognitivos empeoran, afectando diversas áreas de la vida del paciente como alteración de memoria y habilidades, dificultad de comprensión de órdenes, dificultades de aprendizaje, desorientación temporoespacial, errores en las funciones de cálculo numérico, entre otras. La afectación de las actividades instrumentales de la vida diaria comienza a hacerse evidente y, lentamente y de modo progresivo, se afectan las actividades básicas de la vida diaria. La afectación de la conducta es frecuente apareciendo agitación, agresividad, ansiedad o incluso depresión.
Demencia grave
El deterioro cognitivo progresa hasta tal punto de que el paciente no se puede comunicar, ni reconoce a las personas. Hay pérdida total de la memoria remota e incapacidad para escribir y cuidar de sí mismo. El paciente es totalmente dependiente para las actividades básicas de la vida diaria.
La enfermedad de Alzheimer es la demencia más frecuente, seguida de la demencia vascular causada por un flujo sanguíneo deficiente hacia el cerebro, como consecuencia de un accidente cerebrovascular.
La demencia de los cuerpos de Lewy es otra causa común de demencia en los ancianos. Las personas con esta afección tienen estructuras proteínicas anormales en ciertas zonas del cerebro. Cualquier afección que tenga como resultado una lesión al cerebro puede causar demencia.
Las siguientes enfermedades también pueden llevar asociada una demencia: la enfermedad de Huntington, esclerosis múltiple, encefalitis infecciosas (VIH, sífilis, etc.) y autoinmunes, enfermedad en Parkinson, Enfermedad de Pick, Atrofias multisistémicas, Parálisis supranuclear progresiva y consumo excesivo de alcohol.
Diagnóstico de demencia
No existe una prueba única que determine si una persona tiene demencia. Un diagnóstico correcto se basa en antecedentes médicos, un examen físico exhaustivo, pruebas de laboratorio, observación de cambios característicos en el pensamiento, en las funciones cotidianas y en el comportamiento asociado con cada tipo. Los médicos pueden determinar que una persona tiene demencia con un alto nivel de certeza, pero es muy difícil determinar el tipo de demencia.
Tratamiento
El tratamiento depende de la afección que está causando la demencia. Hay diversos tratamientos médicos, según el tipo de demencia.
En el caso de las demencias más progresivas, incluida la enfermedad de Alzheimer, no existe una cura ni un tratamiento médico que ralentice o detenga su avance. Los medicamentos actuales no curan el Alzheimer, pero hay dos tratamientos pendientes de lanzamiento en el mercado español, aducanumab y lecanemab, que demuestran la eliminación de la beta-amiloide, una de las características de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, los resultados clínicamente no muy relevantes y no están exentos de efectos secundarios graves (hemorragias cerebrales).
Algunos factores de riesgo para la demencia, como la edad y la genética, no se pueden cambiar, pero está demostrado que el entrenamiento cognitivo, el mantenimiento de las habilidades sociales, el ejercicio físico y el control de los factores de riesgo vascular, ayudan a ralentizar la progresión de la enfermedad.